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¡Pero si comí bien!

Llevaba años tratando de entender por qué si hacía el ejercicio que hacía, no me sentía como yo quería. Era momento de dar la clase y yo con una panza del tamaño de una pelota de basket ball, super dura y muy incómoda. Me veía al espejo y sólo pensaba "si comí bien... arrocito, lentejas, carne..."



Así me la vivía casi diario hasta que comencé a hacer experimentos con mi cuerpo a ver qué pasaba si comía tal o cual cosa. De repente me di cuenta que si comía queso o le echaba leche a mi café, pasaba lo mismo. Otras veces cuando comía pasta o pan (tan rico).



Hasta que un día decidí que ya no quería estar más así y que quería sentirme super bien por dentro y por fuera. Además, me interesaban las tendencias del mundo fitness pues a eso me dedico y quería saber hacia donde sería el siguiente gran paso.

Fue entonces cuando encontré en Internet que existían diplomados en Health Coaching. Los habían desde $3,000 pesos mexicanos hasta los miles de dólares. ¿Cuál sería el mejor? ¿El que avalaba la SEP? ¿El que daba otra health coach o el que me certificaba por una de las escuelas más prestigiadas en Estados Unidos?

Decidí irme a lo grande porque al final veía que por ahí era la tendencia. En el camino fui encontrando las respuestas que necesitaba. Entendí que hay personas que son sensibles al gluten, que el gluten no solo estaba en las pastas, panes y pizzas sino también en los dulces y el arroz del sushi. Por fin comprendí por qué después de entrenar mucho, al día siguiente me veía toda hinchada; resulta que mi cuerpo se inflama como parte de su sistema inmune y que esta respuesta del cuerpo es normal. Ahora sé cómo contrarrestarlo y manejarlo. También aprendí que los lácteos inflaman todo el cuerpo y no le ayudan nada al sistema respiratorio (sobre todo cuando tienes alergias y un bebé que heredó tus achaques).


Hoy, he completado el curso pero sigo y seguiré en la búsqueda de una mejor versión de mi. Continúo explorando con prueba y error sobre cada alimento que le meto al cuerpo. Pruebo nuevas cosas y observo qué me cae bien y qué no. Entiendo que no todas las personas responden igual y que hay un tema de bio individualidad en cada ser (lo que a mi me puede funcionar, a otros les puede ir fatal). Estoy feliz porque ya sé el camino y además, porque me he abierto un mundo de posibilidades de negocio que van con mi misión de vida: trascender.

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